Sentir.

La sombra nebulosa en mis oteros
revisten de augurio mi alevosía,
qué pronto es febril en los linderos
un riego de amor sin poesía.

Acaso se fuese el alma mía
sabiéndose muerto en tiempo impar,
del cuerpo existente y de algarabía
muerto por pena y de pena al amar.

Así también medroso al tocar
fibras inertes de un cruel corazón,
se llora muy poco y de loco al soñar
se sueña llorando con mucha razón.