Tu eres poesía.

¡Una gota de la noche mojó mis versos!
Por la misma razón que el desierto bebe agua fresca…
los labios de mi ardiente pasión
necesitan beber del tazón de tu cuerpo
el incomparable sabor del dulce amor.

Tu piel me trajo los indefinibles
perfumes de la vida.
Tu ombligo es un cáliz con vino
cubierto de rocío.
Y es aquí donde se embriagan mis besos
y duermen mis sueños,
aquí es… donde la vida se llena de más vida.

Hay gotas de la noche enjambrando
la moldura de tu cintura.
Esa cintura, que atada
en las caderas de la locura…
forman un cielo con su hermosa figura,
mientras la lluvia de verano
se precipita sobre tus labios.

Tus largos cabellos negros
se transforman pausadamente
en románticas noches de primavera
que habitan bajo la luna llena.
Tus dedos se asemejan
a cristales de cuarzo pulido,
ellos están adornados
con toda suerte de gema y oro.
Tus piernas son como
dos torres de marfil,
trabajadas una cada mil.
Una cada mil fueron trabajadas…
de modo que la hermosura de la luna
encuentra un fin.

Tus ojos son un par de esmeraldas,
que robaron cada parte de mi alma.
Ellos me miran flameantes,
ellos me miran nerviosos
y vacilantes de amor,
ellos me guían bajo las noches hacia un par
de ardientes canciones de pasión, como el sol.

El movimiento del viento
que respira sobre un manantial de pasiones
asido a un torrente de emociones…
se han vuelto tus pasos entre mi aliento.
Y tu sombra, es como la sombra
de árboles que se levantan
en unos diáfanos jardines,
éstos están aromatizados
con toda suerte de lirios, rosas y alhelíes.
¡Entonces!… ¿Por qué me preguntas la razón
de hacerte esta poesía?…
¡Si tu cuerpo es poesía, y su ausencia…
es el verso que truena en mil elegías!